Murena cómic histórico Nerón

Portada de la edición íntegra de Dargaud del cómic Murena.

Sin embargo, ninguna de las dos obras puede considerarse como históricas, sino más bien ambientadas en una época histórica, que no es lo mismo. El cómic histórico como tal nace y se consolida en el ámbito franco-belga en las décadas de los años 1970 y 1980, destacando a mi parecer las obras de Hermann con la serie Las Torres de Bois-Maury (1984-2006) y de Bourgeon Los compañeros del Crepúsculo (1984-1990). En ambos casos, ambientados en la Edad Media, se reproducen no solo recreaciones de carácter casi arqueológico, sino que se refleja perfectamente la sociedad y la vida de una época concreta, demostrando que, además de su valor artístico, también destacan las capacidades historiográficas de sus autores, plasmando a través de sus obras un fiel reflejo de esta época. Otras obras siguieron con mayor o menor éxito esta manera de hacer cómics, pero en general se centraron en la época medieval o moderna, marginando al mundo antiguo.

Este escenario cambiará con el estreno de la película Gladiator (2000) de Ridley Scott que será un verdadero revulsivo para el mundo antiguo (en este sentido solo hay que ver los índices de entradas en el Coliseo de Roma antes y después del estreno de la película) creando una explosión de productos tales como películas, novelas, videojuegos y obviamente cómics, aunque en general con resultados muy dispares y, aunque entretenidos, poco “históricos”.

Dentro de este panorama destaca por méritos propios el cómic Murena, iniciado en 1997 (antes de la moda referida) con guiones de Jean Dufaux y dibujos de Phillipe Delaby (fallecido en 2014 y retomados en su último volumen por Theo Caneschi) y publicados en Francia por la editorial Dargaud (Planeta de Agostini en España). Ambientado durante el reinado de Nerón, Murena cuenta la historia Lucio Murena en paralelo a la de este emperador, en realidad el verdadero protagonista del relato, tal como se puede observar en la propia composición de la obra compuesta en tres ciclos (de cuatro tomos cada uno) que en realidad se adaptan al ciclo vital del monarca. Así el primero, El ciclo de la madre, se centra en el ascenso de Nerón al poder, así como en su difícil relación con Agripina, culminando con el asesinato de esta y la obtención del poder absoluto del emperador. En el segundo, El ciclo de la esposa, la historia gira entorno a la relación de Nerón con Popea y sobre todo el gran incendio que asoló Roma el año 64. Finalmente, el tercero y último, El ciclo de la muerte (con solo dos volúmenes publicados debido al paréntesis forzado por la defunción de Delby y de los que solo el primero se ha publicado en España), como su mismo nombre indica, culminará con la trágica muerte de Nerón de la que se presupone que Murena desempeñará algún tipo de papel.

Lucio Murena y la Roma de Nerón

Sin embargo, a pesar del protagonismo de Nerón, su hilo conductor es el personaje ficticio de Lucio Murena, hijo de un personaje histórico, la amante de Claudio, Lolia Paulina, que comenzará siendo un amigo del joven Nerón hasta convertirse en su antagonista. El principal valor de este cómic es observar cómo con mucha habilidad se combinan las andanzas (y desgracias) del protagonista, Murena, entre una época histórica muy bien documentada y como se relaciona a este con una multitud de personales históricos, como su gran amigo Petronio o con su relación con Pablo de Tarso después del gran incendio.

La maestría de crear una historia propia dentro de este gran cuadro de personajes históricos es lo que a mi parecer hace sobresalir a este cómic por encima de muchos otros, aunque no siempre consigue mantener el listón a la misma altura –véase el forzado episodio en la Galia–. De hecho, uno de los elementos más sobresalientes de esta obra es la profunda documentación histórica que se utiliza, cosa que se aprecia tanto en las notas finales que aclaran algunos términos latinos o situaciones como la propia bibliografía y fuentes utilizadas, algo bastante insólito en un cómic –incluso se ha publicado en Francia un Dictionnaire Murena que se centra en todo el contexto histórico–.

Sin embargo, a pesar de esto último, no hay que olvidar que Murena es una obra de ficción y que, incluso como en las mejores novelas históricas, tiene que rellenar los huecos donde las fuentes antiguas no llegan e incluso forzar las situaciones o personalidades para conseguir una mejor narrativa. Esto hace que determinados personajes no se adapten del todo a su edad histórica, como el liberto Pallas, representado aquí mucho más joven y vestido de griego para reforzar visualmente su taimada personalidad, o la propia juventud de Agripina, entre otros.

Incendio Roma Murena Nerón

Viñetas de la edición original del cómic Murena en las que se refleja el incendio de Roma en época de Nerón.

También se abusa un poco de los “lugares conocidos”, es decir, la utilización de convencionalismos como la alusión a una cierta locura del emperador, representada aquí por sus visiones del dios Mercurio que le anuncia su futura gloria o la, en ocasiones, abusiva fascinación de Nerón por el fuego y el olor a quemado, más propias de la leyenda negra del personaje (aunque al menos no lo hace responsable del famoso incendio). Estas situaciones en general parecen alejarse de la historicidad, pero al mismo tiempo nos acercan a la imagen popular que se tiene de esta época, como el recurso de la presentación de algunos gladiadores como personajes secundarios, poco relevantes en la trama principal, y que parecen más bien concesiones a un público predispuesto.

En el apartado gráfico las ilustraciones y especialmente las portadas son espectaculares, pero, aunque no sea su función, a veces presentan poca exactitud. Sí es cierto que se aprecia una evolución a lo largo de la obra en cuanto a su documentación (por ejemplo en la representación de militares), pero que en la arquitectura se mueve nuevamente en una época romana indefinida, más propia de la imagen colectiva (por ejemplo la representación continuada de imágenes de Roma inspiradas en la gran maqueta del Museo della Civiltà Romana, que representa la ciudad en época constantiniana) o series como Roma, aunque la ambientación en general, especialmente de las escenas callejeras está muy bien representada. Hay que señalar, sin embargo, el gran esfuerzo por parte del dibujante para plasmar Roma y su ambiente, puesto no es lo mismo describirlo con palabras en una novela que tenerlo que representar gráficamente en un cómic, ya que en este último no depende de la evocación del lector, sino que debe mostrarlo.

Personalmente, la única crítica que le haría a este cómic, y desde mi experiencia personal como profesor de Historia del Arte Antiguo, es que se haya obviado desde el principio la ingente iconografía relativa a los personajes históricos. La representación del propio Nerón aquí presentado como un joven atlético y muy alejada de su retratística, con una predisposición creciente al sobrepeso y un peinado propio diseñado deliberadamente para alejarse de sus predecesores Julio-Claudios, e igualmente un emperador Claudio poco parecido también a sus abundantes retratos. Sin embargo, estos factores no hacen más que enfatizar la personalidad de propia de esta obra.

En definitiva, Murena es un excelente cómic recomendado no solo al lector habitual de cómics sino también a los aficionados a la historia, y que no solo entretiene, sino que es un excelente escaparate de la historia de Roma y especialmente de la figura y época del emperador Nerón.

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